lunes, 15 de septiembre de 2008

Reflexiones sobre la muerte de Mishima, Henry Miller


Reflexiones sobre la muerte de Mishima, Henry Miller. AUEM, México, 5ª. Edición, 1999. Col. La abeja en la colmena.

Uno de los acontecimientos más impactantes de la historia literaria del Japón del siglo XX, sin duda fue el suicidio del escritor Yukio Mishima en 1970, mismo que sólo dos años antes había sido considerado entre los posibles ganadores del premio Nobel de literatura y del cual su compatriota y electo ganador Yasunari Kawabata se refería a él diciendo: “No entiendo por qué me dieron a mí el Nobel y no a Mishima; un genio de la literatura como él aparece en la humanidad cada dos o tres siglos”. Mishima alcanza renombre en todo Japón con la publicación de su novela Confesiones de una Máscara en 1949, a la edad de 24 años, de la cual se jacta de ser un texto autobiográfico. En ella cuenta con precisión y con gran control narrativo el despertar sexual de un adolescente y su inclinación inevitablemente homosexual. Sus héroes se manifiestan en la figura de Juana de Arco (mientras no sabe que se trata de una mujer) y la poderosa erótica atracción por los cuadros del martirio de San Sebastián. La obra literaria de Mishima sobrepasa los cien volúmenes y abarca la novela, el cuento, la poesía y el teatro, este último lograría una renovación y alcances enormes gracias a su pluma. A esta portentosa actividad y su final trágico, Henry Miller, uno de los diez escritores más influyentes para la visión contemporánea de la sexualidad y la libertad, a unos meses del acontecimiento redacta una serie de reflexiones acerca de la muerte y la obra de Mishima, mismas que son un importantísimo aporte para acercarnos al pensamiento de este monumento de la cultura del siglo XX. Miller con gran lucidez se encuentra que los temas recurrentes en la obra de Mishima son la juventud, la belleza y la muerte. No en vano la mañana de su suicidio escribió una nota que dejó en su casa la cual decía: “La vida huma es limitada. Yo quiero vivir eternamente”. Al menos su literatura lo ha logrado.

“El amor de Mishima por la jovialidad, la belleza, igual que por la muerte, parece pertenecer a una categoría especial. Este no tiene relación alguna con la clase de amor que he descrito pero, siendo el suyo un amor exagerado, es completamente extraordinario; tiene un tinte de narcisismo. Al abrir cualquiera de sus libros se percibe la configuración de su vida y su inevitable fatalidad. Mishima repite los tres motivos de su obra: juventud, belleza y muerte, una y otra vez, como si fuera un músico. Nos trasmite su sentimiento de ser un exiliado aquí mismo. Obsesionado por el amor a las cosas espirituales, las cosas perdurables, ¿qué otra alternativa tenía sino ser un exiliado entre nosotros?”

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