martes, 25 de marzo de 2008
Memorias secretas de una cantante alemana, Wilhelmine Schroeder-Devrient
Memorias de una cantante alemana. Wilhelmine Shroeder-Devrient, Editorial Castilla S.A., Madrid, España, Col. Raros y Exquisitos, 1921
Memorias de una cantante alemana. Wilhelmine Shroeder-Devrient. Atribuida a la famosa cantante Wilhelmine Schroeder-Devrient, muy admirada en su época, la obra fue publicada por primera vez en Altona en 1862 y hasta el día de hoy sigue siendo la más apreciada de la literatura erótica germana. Las memorias, narradas en forma de cartas a un prestigioso médico en tono confesional, meditan sobre las relaciones sexuales, sus represiones, sus conflictos y reflexiona sobre las distintas costumbres sexuales de los países que recorre. Atribuidas por primera vez a la cantante por Pixanus Fraxi, a quien del mismo modo, es decir, con pocos elementos también se le adjudicaron unas memorias que son un clasico ya del erotismo: Mi Vida Secreta. Aunque el poeta francés Guillaume Apollinaire en el prólogo que redacta para la edición francesa en el año de 1913, duda de la autoría de la señora Shroeder-Devrient, reconoce que la vida escandalosa y hasta un tanto licenciosa bien podrían ser un reflejo de estas memorias. Originalmente publicadas en dos tomos con ocho o diez años de diferencia, entre cada aparición, las posteriores ediciones ya incluyen las dos partes en un solo volumen. La imagen de arriba pertenece a una edición de sólo 500 ejemplares exclusivos para miembros pertecientes a una suscripción a la editorial. Obra imprescindible para acercarse a la literatura erótica alemana que incluye obras tan famosas como: Sor Monika de E.T.A. Hoffmann o Memorias de Josefina de Felix Salten.
"No habrían pasado quince minutos, cuando percibí por la habitación próxima como un ligero ruido de pasos que se acercaban. Instintivamente cerré los ojos y fingí dormir. En aquel instante abrióse sigilosa la puerta de la alcoba y un andar cauto y débil se deslizó ya dentro de la habitación. Temblé. Siempre a oscuras, escuché los inconfundibles movimientos de un hombre que se desnuda: el ligero choque de los zapatos contra el suelo, el despojamiento de los pantalones, de la americana; el ruido de monedas en el chaleco suelto... Y de pronto las ropas del lecho que se mueven y el italiano -no podía ser otro- que se acuesta al lado de Rodolfina."
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