viernes, 14 de marzo de 2008

Teleny o el reverso de la medalla, Oscar Wilde


Teleny o el reverso de la medalla, Oscar Wilde, Editorial Valdemar, Colección Planeta Maldito, Madrid, España, 3a. Edición 1997.


Mientras en Europa se arraiga a mediados del siglo XIX la popular doctrina de Mesmer del magnetismo, la literatura no se queda fuera de esta idea, el cuerpo compuesto por una energía vital, con fijaciones y polos. Prueba de ello es que muchos de los grandes escritores de este siglo elaboran obras profundamente sustentadas en las fuerzas magnéticas: El Horla de Guy de Maupassant, El caso del Sr. Valdemar de Edgar Allan Poe o El Magnetizador de E.T.A. Hoffmann son algunos ejemplos de esta visión del cuerpo. Felizmente para Oscar Wilde no se queda en el temor o miedo que provoca la presencia de esta energía desconocida, sino que la traslada al plano amoroso, para él, el amor, no es otra cosa que la sujeción de la voluntad por una energía de mayor potencia, es decir, se vuelve un proceso imposible de evitar, el individuo caerá en el abismo por control de una fuerza de atracción que lo consume y destruye todo. ¿No antes se había autocuestionado Søren Kierkegaard acerca de la naturaleza no física del amor? ¿Por qué el amante recurre a caricias, besos u otros contactos, si el amor no es palpablemente? Bajo esta idea Wilde escribe una de las más sublimes obras del proceso de enamoramiento y seducción desde la misma entraña del espíritu. Por muchos años silenciada y erradicada de las obras completas de este escritor, Teleny, es la mejor muestra de la novela erótica de fines del siglo XIX, y escrita por la mano del más importante escritor inglés. Redactada con maestría, el lector encontrará desde las más finas metáforas hasta las más encendidas escenas eróticas. La excelente traducción de Mauro Armiño, en ningún momento hace extrañar al original. Las ilustraciones de Alonso Santiago transmiten la misma emoción viva que las letras de Wilde han revelado de sí mismo, el mejor retrato que de este escritor inglés se haya escrito.


"¿Quién no ha experimentado las diversas sensaciones que produce el contacto de una mano? La mano es el indicio del temperamento. En pleno invierno, algunas manos son cálidas y febriles, otras frías e incluso heladas durante la canícula. Unas secas y apergaminadas; otras, carnosas, pulposas, musculosas, delgadas, ososas y descarnadas. La presión de unas es la de un torno; la de otras, blanda como un trapo. Hay manos que son los productos artificiales de nuestra moderna civilización, que presentan deformidades del mismo tipo que las de los pies de las damas chinas; manos continuamente aprisionadas en guantes durante el día, a menudo una cataplasma durante la noche y cuidadas por un manicuro; tan blancas como la nieve sino castas como el hielo. Pequeña mano ociosa que evita el contacto con la mano rugosa, oscura y manchada de un obrero, que la dura faena transforma en una especie de cuerno. Hay manos discretas, otras que palpan de manera indecente; otras también cuyo apretón hipócrita expresa lo contrario del pensamiento; manos aterciopeladas, untuosas, clericales o falaces; está la palma del pródigo, la garra ganchuda del usurero. Está la mano magnética que parece tener una afinidad secreta con la vuestra; su simple contacto sacude vuestro sistema nervioso y os llena de goce. ¿Cómo expresar mis sensaciones bajo la presión de la mano de Teleny? Puso en mí fuego y, cosa extraña, sentí al mismo tiempo un frescor dulce como el beso de una mujer. Se deslizó por todo mi ser, acarició mis labios, mi garganta, mi pecho; mis nervios se estremecían con delicia; el temblor descendió hasta los riñones y Príapo, despertado, levantó la cabeza. Aquella mano tomaba posesión de mí y yo me sentía feliz por pertenecerle."

3 comentarios:

Anónimo dijo...

En la revista www.actuallynotes.com se habla de la interesante historia que rodeó la escritura de Teleny, en realidad obra suya y de otros amigos...

Brenda Saurus dijo...

Buena introducción, pero Oscarin era irlandés, no inglés!!!

Unknown dijo...

Hola desconocida, te amo por comentar esto. Oscar moriría de nuevo si supiera que lo llaman inglés